sábado, 25 de julio de 2009

Onedotzero Adventures in motion


Onedotzero, el festival digital que se organiza anualmente desde 1996, se celebrará el próximo mes de septiembre, entre los días 9 y 13, en Londres.

Esta nueva convocatoria se centrará en el “post-digitalismo” pues, en esta ocasión, se pretende examinar la superposición (y el conflicto) que existe actualmente entre el diseño realizado a mano y el digital.

Para Shane Walter, director creativo de Onedotzero, se está retornando a lo manual dentro del diseño digital pero, al mismo tiempo, existe una mutua influencia entre ambas maneras de trabajar y una simbiosis. En ese sentido, habla de “convergencia” y de cómo, al abordar un proyecto, concurren diversas plataformas.

El festival contará con más de 200 películas, así como con exposiciones e instalaciones. La agencia Wieden & Kennedy está trabajando con el ilustrador Karsten Schmidt para crear una identidad mediante sistemas de “realidad aumentada”, que permitirá actualizaciones a tiempo real.

Para más información sobre el Festival y su programación puede consultarse: http://www.onedotzero.com/event.php?id=31216

Heinz Edelmann, algunas palabras

Christoph Niemann, que fue alumno de Edelmann, tiene publicada una entrevista que le hizo hace algún tiempo. Aquí tenéis algunas frases que he entresacado de ella:

“En 1958 el diseño gráfico no era todavía respetable sino un pequeño oficio perfectamente honesto y modesto, abierto a cualquier pintor fallido, cirujano cerebral inepto o barbero fracasado. Ahora puede ser un poco menos honesto, pero mucho más respetable y, ciertamente, un ejercicio mucho más intelectual, comprometido constantemente en definirse a sí mismo”.

“El diseño es más complejo que el arte. Hay buen-buen diseño, mal-buen diseño, buen-mal diseño, y mal-mal diseño. El arte sólo es arte.”

Para leer el resto de la entrevista:

http://findarticles.com/p/articles/mi_qa3992/is_200207/ai_n9110431/pg_3/?tag=content;col1

Adiós a Heinz Edelmann, director de arte de “Yellow Submarine”

Retrato de Edelmann en 1968, año de la película "Yellow Submarine".

Ilustración.
Curro, mascota de la Expo 92 de Sevilla.

Ilustración para la cubierta de El Señor de los Anillos, 1971.

Cartel de cine, 1964.



Fotogramas de la película "Yellow Submarine".


El pasado 21 de julio falleció en Stuttgart (Alemania) el diseñador e ilustrador Heinz Edelmann.

Reconocido por su trabajo como director de arte de la película de los Beatles “Yellow Submarine”, Edelmann nació en 1934, en la antigua Checoslovaquia y estudió en la Academia de Bellas Artes de Dusseldorf, una de las instituciones más progresistas de la Alemania de postguerra.

Acabados sus estudios, hacia 1958 comenzó a trabajar como diseñador freelance, ilustrador, animador y profesor en Alemania, Gran Bretaña y Holanda. Siempre en solitario –“Fui mi propio director de arte, ilustrador, diseñador, maquetador y también barrí el suelo e hice el café”- realizó carteles para la Westdeutscher Rundfunk (WDR) (Radiodifusión de Alemania Oeste), publicidad para la agencia Putz, cubiertas de libros para la editorial Klett-Cotta de Stuttgart, así como un buen número de ilustraciones para publicaciones, entre las que hay que citar el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung y la mítica revista Twen, dirigida por Willy Fleckhaus. A él se deben, asimismo, las imágenes de la primera edición alemana de El Señor de los Anillos de Tolkien y Curro, la mascota de la Expo de Sevilla 92.

Desde un punto de vista mediático, esta notable trayectoria profesional se ha encontrado en un segundo plano, en la medida en lo que más se conoce de Edelmann es “Yellow Submarine”, película considerada la quintaesencia de la imaginería psicodélica, dentro de una estética compartida en la década de 1960 con otros grandes diseñadores e ilustradores como Seymour Chwast y Milton Glaser. Precisamente, este último ha afirmado que: “Se hizo famoso gracias a su trabajo en ‘Yellow Submarine’ pero esa celebridad realmente oscureció su verdadero talento e imaginación”.

Para Glaser, además, fue “uno de los diseñadores más brillantes que produjo Europa en el último siglo. Fue un profesional prodigioso y diestro en todos los aspectos del diseño, la tipografía y la ilustración”.

En opinión de Chwast, su trabajo fue “el más fresco y el más libre de cuantos ilustradores he conocido”.

El diseñador alemán Christoph Niemann ha comentado que fue un verdadero intelectual y que “más allá de ser un diseñador único, era un verdadero diccionario ambulante de historia del arte, literatura, filosofía”.

Profesor, hasta 1999, de la Academia de Bellas Artes de Stuttgart, hace algunos años publicó la novela gráfica The Incredible!

Con motivo de su fallecimiento, Steven Heller acaba de escribir un artículo en el New York Times: http://www.nytimes.com/2009/07/23/arts/design/23edelmann.html?ref=obituaries

Por otra parte, quienes quieran conocer el proceso de creación del famoso film, pueden consultar el libro Inside the Yellow Submarine: The Making of the Beatles Animated Classic . Contiene ilustraciones del propio Edelmann. Hay también un interesante texto sobre la película, publicado por Martyn Bamber (2003) que podéis leer en http://archive.sensesofcinema.com/contents/cteq/03/26/yellow_submarine.html

Además, podéis encontrar algunos de sus carteles: http://www.graphisme-echirolles.com/francais/depuis1990/archives/memoire/1994/MG94GEDEL1.html

sábado, 18 de julio de 2009

Laura Yepes. The Sound Factory




Ejemplos de tres carteles de los carteles realizados para la campaña de promoción.



Serie de postales promocionales (anverso).

Postal promocional (reverso).
Dos de los adhesivos propuestos como elementos promocionales.

Página web. Home.

Vivir de la música no es fácil como tampoco lo es encontrar las infrastructuras apropiadas para ensayar si uno no es una mega estrella. Laura Yepes lo sabe. Apasionada de la música contemporánea, su proyecto final de estudios surgió del contacto con diversos profesionales y amigos que se mueven en los entornos musicales. Hablando con ellos se dio cuenta de que las dificultades por las que atraviesan son muchas. Como dice en la memoria de su proyecto, no hay locales de ensayo en buenas condiciones, se prohíbe tocar en la calle, las salas de conciertos no facilitan demasiado las cosas pues la mayoría de las veces los músicos no cobran o se quedan tan sólo con una parte del precio de la entrada, se paga en “negro”, la promoción corre a cargo del propio músico y, resumiendo, existe un vacío legal.

Ante semejante panorama, y dentro del marco temático “Diseñar para cambiar”, Laura propuso la creación de un “Centro de cultura musical”, “un espacio donde los músicos pueden disfrutar de unos servicios para promocionarse”.

Después de una fase de análisis y de documentación sobre diversos centros culturales alternativos existentes en otros lugares del mundo, y teniendo en cuenta que se trata de un proyecto de diseño y no de gestión, Laura “inventó” cómo habría de ser y funcionar dicho espacio, lo instaló en Barcelona, creó su identidad y realizó una campaña de promoción del mismo compuesta por una serie de materiales gráficos cuya finalidad era generar curiosidad en los ciudadanos y darlo a conocer.

Abierto, pues, a todo el mundo, el público objetivo principal, sin embargo, eran músicos emergentes, es decir, “aquellos que se dedican al mundo musical y carecen de recursos básicos para poder promocionarse”.

Concebido como un lugar abierto a todos los estilos musicales, The Sound Factory refleja muy bien que: “hoy en día, asignar una tipología musical a un grupo en concreto, resulta muy difícil, es decir, la música se encuentra en un momento de fusión y experimentación”, en palabras de Laura.

Es a partir de esta idea, de dónde salen los conceptos para la realización de la gráfica.

Para el logotipo, Laura escoge una Helvetica Bold puesto que se trata de transmitir una imagen lo más neutra posible, con una buena legibilidad.

Como elementos promocionales se inclinó por los carteles, flyers y adhesivos, apoyados en una página web.

El punto de partida para diseñar los mismos fue asignar un color a cada estilo musical. Para ello llevó a cabo, previamente, una encuesta entre un público diverso de la que salieron los siguientes resultados:

- Cantautor: verde.

- Rock: rojo.

- Verde oscuro: jazz

- Naranja: rumba

- Azul cyan: electrónica.

- Negro: punk

- Amarillo: soul.

Una vez determinado el color para cada estilo, lo aplicó a una trama creada con elementos geométricos, en la que jugó con superposiciones. Cada trama se concibió con el criterio de representar cada estilo de música pero también con la intención de contribuir a neutralizarlo –siempre en relación con los otros estilos- pues de lo que se trataba era de transmitir la imagen de un espacio que admite todo tipo de músicas.

Tras numerosas pruebas, en las que debía conseguirse una imagen reconocible sin perder la idea de trama, creó una serie de carteles acompañados de los mencionados flyers y adhesivos.

Los flyers, en formato postal, están directamente relacionados con el cartel, gracias a la combinación de las tramas. En el reverso, contienen un mapa de localización y la dirección de la web.

Con el adhesivo se complementa el flyer e imitando a la publicidad de guerrilla, se coloca por toda la ciudad “para crear intriga”, una intriga que puede aclararse entrando en la página web indicada en la pegatina.

Dicha web es un elemento central del proyecto puesto que con ella se pretende “promocionar el centro y crear un punto de conexión entre éste y el músico”, dice la diseñadora.

Con un diseño sencillo pero sin perder la trama como elemento de base, la web contiene toda la información necesaria para conocer los servicios ofrecidos, la programación de eventos del centro, una “musicoteca” para que los músicos puedan promocionarse y una zona de usuarios.

Si alguien se anima a poner en marcha esta idea, en Laura tiene a la diseñadora más adecuada. Seguro, porque entusiasmo no le falta.

Graffitis de Mayo del 68



Más bien la VIDA


Bajo los adoquines, la playa


Corre rápido, camarada, el viejo Mundo está detrás de ti.

Estoy leyendo un libro que os recomiendo: La estética de las barricadas. Mayo del 68 y la creación artística. Su autora es Patricia Badenes Salazar y está editado por la Universitat Jaume I. No lo prometo –porque me escasea el tiempo libre- pero más adelante trataré de hacer una reseña.

Lo cierto es que buscando en Internet la fotografía de una pintada que aparece en él, me he encontrado con una página web francesa que recoge graffitis de Mayo del 68. La dirección es http://inventin.lautre.net/graffiti.html

Allí podréis encontrar algunas de las imágenes que incluyo en esta entrada y frases como las siguientes:

No queremos un mundo donde la certeza de no morir de hambre se intercambia por el riesgo de morir de aburrimiento.

El derecho de vivir no se mendiga, se toma.

En una sociedad que ha abolido toda aventura, la única aventura que queda es la de abolir la sociedad.

En todo caso, ¡nada de remordimientos!

Vive en el presente.

En fin, ¡qué tiempos aquellos! Nostálgicos de la utopía, no dejéis de echarle un vistazo a la web mencionada. Además de los graffitis, hay videos e interesantes textos de Debord, Sanguinetti, Dauvé, Voyer y otros, en formato PDF.

De paso, os recuerdo que aquel Mayo del 68 nació de una crisis.

Tema de proyecto final de estudios 2008-2009

Cada año, en la Escuela Elisava de Barcelona, los profesores del Proyecto Final de Estudios del área de diseño gráfico, proponemos un tema que ha de servir de marco para el trabajo de los alumnos.
Cada proyecto consta de dos fases. Una primera de investigación "para" el diseño y una segunda de realización del diseño. Ambas fases son imprescindibles e inseparables pues una refuerza a la otra. Así es, al menos, como lo entendemos Oriol Nicolàs, Rober Pallàs y yo. Para mi, por tanto, es una oportunidad magnífica para poner en práctica aquello que decía Kurt Lewin: "No hay nada más práctico que una buena teoría".
Nuestros alumnos han de realizar una memoria de investigación y una de proyecto que acompañan al desarrollo de todos los diseños.
Como ya he comentado, se parte de un tema que sirve de marco general y, a partir de ahí, el estudiante elige aquellos aspectos que le interesan más. Investiga en ellos con el objetivo de detectar una necesidad o un problema y desarrolla su proyecto de diseño que ha de responder a unos objetivos claros.
Nuestros alumnos tienen libertad para plantear sus proyectos, aunque eso sí, se les pide que estos estén bien fundamentados y sean viables.
El título de nuestra propuesta para el curso académico 2008-2009 fue "Diseñar para cambiar". La idea surgió a partir de la siguiente frase:
“Algo que sabemos muy bien sobre el presente es que el mundo está cambiando rápida y profundamente. Lo único cierto que conocemos sobre el futuro es que el cambio actual debe cambiar de dirección. Debe encontrar el camino a la sostenibilidad”.
Con este texto se iniciaba la convocatoria del Congreso “Changing the Change. Design Visions Proposals and Tools”. Celebrado en julio de 2008 en Turín, tenía como propósito hacer una contribución significativa para encontrar ese camino trazando un estado de la cuestión en términos de investigación sobre las visiones, propuestas y herramientas con las que el diseño puede tomar parte de una manera activa y positiva en un proceso de aprendizaje social amplio.
Quizá las aportaciones más interesantes de “Changing the Change” han sido la elaboración de una declaración de principios y la puesta en común de una serie de temas que surgieron durante las discusiones mantenidas por los asistentes.
Entre esos principios, se encuentran que la sostenibilidad debe ser la meta de cualquier posible actividad de investigación de diseño. Se entiende por sostenibilidad un cambio sistemático que ha de promoverse a escala local y global, que se consigue a través de un proceso de aprendizaje social más amplio, reorientando las transformaciones actuales insostenibles hacia una sociedad del conocimiento sostenible.
Asimismo, “Changing the Change” planteaba una serie de cuestiones, entre otras: ¿cómo producir cambios radicales en la vida cotidiana, orientándolos hacia estilos de vida sostenibles? ¿Cómo promover cualidades sostenibles, compartiendo el conocimiento a través de distancias geográficas, diferencias culturales y barreras disciplinarias? ¿Cómo promover modelos de producción y de consumo basados en un uso sostenible de los recursos sociales y físicos locales? ¿Cómo la artesanía, las producciones tradicionales y las tecnologías avanzadas pueden fusionarse y colaborar en la perspectiva de una economía de conocimiento sostenible? ¿Cómo los diseñadores pueden convertirse en agentes de sostenibilidad en una sociedad en la que cada vez más gente toma decisiones de diseño? ¿Cuáles son las herramientas conceptuales y prácticas en un mundo interconectado donde están emergiendo narrativas diferentes (por ejemplo, no occidentales)?
Muchas son las preguntas pero en el fondo de todas ellas subyace la conciencia de que vivimos en una sociedad dual, donde conviven la oportunidad con la miseria, el lujo con el bajo coste y la riqueza con la pobreza.
En ese sentido, hay que señalar que no son pocos los profesionales del diseño que han puesto en cuestión la idea de bienestar de los países industrializados: “Hoy sabemos que esta hipótesis, eso es, la relación directa entre bienestar y consumo, no siempre es verdadera. Sobre todo sabemos que la promesa de bienestar que se propone no es sostenible. No puede, en otras palabras, ser extendida por igual a todos los habitantes del planeta”, ha señalado Ezio Manzini.
Todas estas reflexiones también han llevado a poner en duda nuestros modos de consumir y a llamar la atención sobre la necesidad de que aparezcan nuevos modelos de desarrollo y nuevas ideas de bienestar, partiendo de la base de que éstas son producto de una construcción social y que se forman con el tiempo en relación con una serie de factores. Prácticamente hasta ahora, nuestro concepto de bienestar se ha basado en el producto, y eso ha originado un modelo que resulta absolutamente insostenible.
Como alternativa, lo que algunos sugieren es que debemos vivir mejor consumiendo menos. Y es ahí dónde el diseño se enfrenta a una situación difícil porque ¿cómo convencer a la gente de que puede vivir mejor consumiendo menos y regenerando la calidad de su hábitat?
Hay quienes proponen, como Manzini, que comencemos a mirar hacia las cualidades inmateriales de la cultura y al propio contexto de la vida cotidiana para encontrar otra idea de bienestar.
¿Cuál podría ser, entonces, el papel de los diseñadores? Sin duda se enfrentan a una tarea difícil: contribuir a un cambio en nuestros modelos de vida que sirva para mejorar el medio ambiente y, al mismo tiempo, para paliar el desfase que hoy en día existe entre las aspiraciones y expectativas vitales y los medios para satisfacerlas. ¿Y, quizá también, para calmar la impaciencia del capital y la competencia que nos están empujando a una era de ansiedad?
Pero, para conseguirlo, en primer lugar es necesario poner en marcha una serie de estrategias como, por ejemplo, cambiar el punto de vista de las personas y desplazar el centro del interés de las cosas hacia lo que se puede hacer con ellas.
Sostenibilidad, nuevos modelos de bienestar y cambio social, fueron algunos de los conceptos que propusimos para el Proyecto Final de Estudios del curso 2008-2009. Eran, desde luego, temas complejos pero, desde mi punto de vista y el de mis compañeros, muy estimulantes.



Otra vez de vuelta

Increíble pero cierto. Retomo este blog, después de un larguísimo paréntesis provocado, como siempre, por el exceso de trabajo.
Durante estos días iré colocando entradas sobre los proyectos finales que, durante el curso académico 2008-2009, han llevado a cabo mis estudiantes de la Escuela Elisava de Barcelona.
Como siempre, los tutores hemos sido Oriol Nicolàs, Rober Pallàs y yo misma.
Hola de nuevo a todos.

sábado, 17 de enero de 2009

Grapus

Cartel, "Festival mundial del teatro", 1979.

Cartel, "El niño en la sociedad industrializada", 1976.

Serigrafía, "Lenin", 1977.

Cartel "Junio en la calle", 1977.

Aunque muchos diseñadores conocen qué fue el colectivo Grapus, como en la entrada anterior he colocado una cita de quien fuera uno sus miembros, me parece adecuado hacer aquí una pequeña referencia.
Fundado en 1970 por Pierre Bernard, Gérard Paris-Clavel y François Miehe, -todos ellos miembros del Partido Comunista Francés, formados en el Institut d’Environnement de Paris y a los que unos cinco o seis años más tarde se unirían Jean-Paul Bachollet, Alex Jordan y Marc Dumas-, surgió todavía al calor de los últimos rescoldos del Mayo del 68.
Y es que en aquel mes y en aquel año, París se había convertido en un escenario idealista donde la gráfica se contemplaba -como ya hicieran las vanguardias artísticas de principios del siglo XX- como un herramienta de intervención social altamente eficaz. Los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes se unieron a la huelga general y ocuparon los estudios de diseño y las imprentas; organizados bajo la denominación de Atelier Populaire, y funcionando de manera asamblearia, produjeron carteles y periódicos murales de una enorme vitalidad.
De aquel clima revolucionario surgió Grapus. Con una metodología procedente en buena parte de la semiología tamizada por la influencia de la gráfica polaca, -cuyas enseñanzas habían recibido Bernard y Paris-Clavel directamente de Henryk Tomaszewski- sus imágenes, a veces agresivas y en ocasiones hasta repulsivas, con sus colores brillantes, sus garabatos infantiles y sus impredecibles mezclas de formas fueron una llamada de atención no sólo para sus compatriotas sino para un buen número de diseñadores inconformistas de todo el mundo que encontraron en ellos un camino a seguir.
Grapus, cuyo nombre procedía de un juego de palabras entre “graphics” -su profesión- y “crapules staliniennes”, -su manera crítica de aproximarse al comunismo en un momento en el que se estaba poniendo en duda la doctrina oficial- significaba una concepción del diseño plena de idealismo y compromiso. Aunque el trabajo se hacía de manera individual, respetando el estilo de cada uno, cualquier propuesta se firmaba de manera conjunta tras ser examinaba y discutida por todos los miembros del grupo; era la forma de poner en práctica unas ideas que suponían una nueva visión de la sociedad (enfocada desde la izquierda) y que se concretaban en un trabajo con vocación de servicio público, ligado al ámbito de la cultura -en sus líneas más progresistas- y al de la política -porque para ellos el desempleo o la educación eran, al fin y al cabo, cuestiones políticas- y lo más alejado posible de la publicidad que para el colectivo no era sino una herramienta del poder que constreñía la libertad creativa.
Durante unos veinte años -su disolución se producirá en enero de 1991, tras haber recibido el Gran Premio Nacional de Arte Gráfico de Francia- Grapus diseñó campañas sociopolíticas impactantes -como la de la “Union du peuple de France”-; creó la imagen corporativa del sindicato comunista CGT y desarrolló la línea de comunicación de un buen número de organizaciones de ayuda humanitaria, centros culturales -como La Maison de la Culture de Nanterre o la de Sant Etienne-, teatros -“La Salamandre”, el Theàtre du 8ème o el Petit Odeon- y museos -entre otros el de la Revolución Francesa-; agrupó a diseñadores reconocidos de todo el mundo para llevar a cabo proyectos en torno a una determinada causa como sucedió, por ejemplo, en 1989 cuando sesenta y seis profesionales fueron convocados para realizar una serie de carteles -que serían expuestos en la conmemoración del Bicentenario de la Revolución Francesa- con el tema de los derechos humanos; mostró su trabajo en más de cincuenta exposiciones y provocó, en su momento, una buena cantidad de literatura. No obstante, quizá por encima de todos estos logros esté que Grapus sirvió -y aún sirve- de modelo para quienes creen que el diseño tiene una función y una responsabilidad social.
Si queréis ver un estupendo archivo con imágenes de sus trabajos, podéis consultar: http://www.aubervilliers.fr/rubrique113.html

Todo es posible

Hace algunos años, el diseñador francés Gérard Paris-Clavel (ex miembro de Grapus), publicó un texto titulado "Everything is possible", en el que llevaba a cabo una reflexión sobre la enseñanza del diseño gráfico y su contexto. Aquí os dejo una cita:
“La vida escolar es un tiempo privilegiado donde la exploración personal y el intercambio social pueden producirse abiertamente, en una libertad relativa de la presión de la necesidad económica y de la carrera para obtener contratos o poder simbólico, un tiempo para aprender apasionadamente los riesgos del fracaso, de cometer errores y de comenzar otra vez de nuevo”.

miércoles, 14 de enero de 2009

Carles Fontseré y Cesc

Como no sé si entrais en los comentarios que la gente deja a las entradas, os pongo aquí un enlace que me envía Jordi, para conocer mejor el trabajo de Carles Fontseré: http://www.sbhac.net/Republica/Carteles/Fontsere/Fontsere.htm
Jordi también me manda uno sobre Cesc, un gran dibujante al que tampoco hay que olvidar: http://ca.wikipedia.org/wiki/Cesc_(dibuixant)
Gracias por la contribución, Jordi.

Lo k t stas prdiendo

Cartel para opis y maquesinas.
Flyers.

El tema propuesto por Oriol Nicolás, Rober Pallas y por mi para el proyecto final de estudios del curso 2007/2008, en la Escuela Elisava, fue "Tecnocultura y sociedad de la información". En ese marco, Marina Deulofeu, tras realizar un riguroso trabajo de investigación, decidió llevar a cabo una campaña publicitaria con carácter social dedicada al tema de la adicción al teléfono móvil.
Aquí os dejo con la descripción de su proyecto:
"Los jóvenes (llamados Generación Y) han nacido y crecido con la evolución de las nuevas tecnologías, entre ellas el teléfono móvil. Esto ha llegado a causar una adicción en ellos, sin que ninguna institución le esté prestando la atención que requiere.
El proyecto consiste en una campaña de sensibilización (emitida hipotéticamente por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) para reflexionar sobre la "moviladicción" de los jóvenes que han nacido y crecido rodeados de esas nuevas tecnologías.
El vídeo enviado como MMS a través del móvil es el medio principal de la campaña. Se desarrollaron tres clips que reflejaban, cada uno de ellos, una situación diferente en donde se puede encontrar un moviladicto y todo lo que se pierde de su entorno mientras está hablando por el móvil.
La campaña también consta de carteles, situados en oppis y marquesinas, con dispositivos Bluetooth que pueden emitir el vídeo directamente a los móviles situados a pocos metros del cartel; flyers y una página web con información sobre la campaña y la adicción."
Para ver los clips que forman parte de la campaña:
http://www.youtube.com/watch?v=l7tjEAkI1DY

sábado, 10 de enero de 2009

Recordando a Carles Fontseré (1916-2007)

Carles Fontseré, delante de las Torres Gemelas de Nueva York, en una foto realizada por su mujer, Terry Broch. 



Tres ejemplos de la gráfica realizada por Carles Fontseré durante la Guerra Civil, en apoyo de la causa republicana. 

El 5 de enero pasado se han cumplido dos años del fallecimiento de Carles Fontseré. Cuando sucedió, no tenía este blog y no tuve la oportunidad de rendirle el homenaje que me hubiera gustado.

Tuve la suerte de conocerlo a él y a su mujer Terry Broch en 1999 y fue entonces cuando surgió una estupenda relación que me llevó a visitarlos en diversas ocasiones, a hacer el breve discurso de entrega del galardón “IL·LUSTRAD’OR”, otorgado por APIC (Asociación Profesional de Ilustradores de Cataluña) –todavía lo recuerdo bailando con Terry en la cena-, a escribir un texto para un pequeño catálogo y a hacerle una entrevista, con Andreu Balius, que se publicó en la revista Grrr, creo que hace unos nueve años.

La última vez que estuve con ellos fue cuando se presentó el libro Carteles contra una guerra en el año 2003, en el FAD. Vino muy ilusionado desde Gerona para apoyarlo porque la situación le recordaba aquella movilización de conciencias de la que él mismo fue protagonista en 1936. Tenía ochenta y siete años pero os aseguro que era jovencísimo.

En fin, para quienes no sepan quien fue, aquí os dejo con un texto mío sobre su trayectoria profesional.  

Nacido en 1916 en el seno de una familia barcelonesa tradicionalista, Carles Fontseré comienza su trayectoria profesional a la edad de quince años, dibujando para Reacción. Semanario de lucha política, una publicación del entorno carlista. Poco tiempo después, con tan solo diecisiete años, crea portadas de libros y realiza las primeras incursiones en el mundo de la publicidad, ejecutando anuncios y carteles cinematográficos.

En un proceso paralelo a su consolidación como “artista comercial”, y en parte por un suceso familiar, Fontseré sufre un cambio radical en sus ideas al descubrir la “arbitrariedad de la justicia, el drama de la pobreza” y la hipocresía moral de la sociedad bienpensante a la cual pertenece, en sus palabras.

La agudización de los conflictos sociales de aquel periodo coincidió con su experiencia personal de lucha por la supervivencia como trabajador del arte, lo que le condujo a aproximarse a las ideas del anarquismo libertario. 

Al estallar la Guerra Civil, decide desde el primer momento apoyar a la causa republicana y combatir con las armas que mejor maneja: el lápiz y los pinceles. Entiende, como otros artistas de la vanguardia internacional, que el artista debe comprometerse con la sociedad.

Esta manera de concebir la práctica artística marcará el resto de su vida y le llevará a buscar siempre aquellas formas visuales que, desde su punto de vista, puedan conectar mejor con el público. Por ello, se inclinará hacia la figuración, concebida como un territorio abierto que puede ser fácilmente comprendido por cualquiera que desee acercarse a él.

Su obra fue, por tanto, el resultado de una interacción con el lector-espectador, donde la estética se hallará siempre subordinada al mensaje transmitido y su papel será el de contribuir de manera significativa a la comprensión de éste. Su trabajo, por tanto, fue de una sola pieza; no siguió corrientes, ni nunca se preocupó por las modas.

Precisamente, en julio de 1936 ese compromiso social en el que firmemente creía, le llevó a formar parte del Comité Revolucionario del Sindicato de Dibujantes Profesionales dentro del que organizó el Taller Colectivo de Propaganda.

Allí optó por una de las formas más directas de intervención pública: el cartelismo. Suyos fueron algunos de los mejores carteles de aquel convulso periodo –entre ellos el que primero que apareció en las calles de Barcelona y de España-, todos ellos llenos de una fuerza que nos muestran a un Fontseré expresivo y vital, capaz de transmitir la resolución necesaria para luchar por aquello en lo que se cree.

Incorporado en 1937 como combatiente a las Brigadas Internacionales, una vez disueltas, fue dibujante del Estado Mayor de la D.C.A. (Defensa Contra Aeronaves) y, más tarde, del Comisariado de Propaganda de la Generalitat.

El fin de la contienda supuso un largo exilio del que regresó a Cataluña en 1973, pero también fue el inicio de su trayectoria internacional que comienza en Francia, no sin dureza, pues primero estuvo internado en el campo de refugiados –en realidad un campo de concentración- de Argelés y, más tarde, en el de Saint Cyprien. Producto de esa dolorosa etapa fueron sus dramáticas litografías de refugiados.

La huída de Saint Cyprien le condujo a París, donde pronto se las ingenió para conseguir trabajo. Ilustró en El Poble Català (Semanario de los Catalanes en Francia) y dio los primeros pasos de su carrera como dibujante de cómics, trabajando para un semanario infantil.En aquellos momentos, Fontseré demostró que había alcanzado una gran habilidad en el dibujo, al introducir en Europa un tipo de ilustración poco corriente, a base de líneas trazadas a pincel que, hasta entonces, parecía haber sido privativa de los dibujantes americanos.

Junto a Antoni Clavé, durante la ocupación alemana de Francia, colabora con el semanario de arte y literatura La Gerbe. En ese periodo, diseña también carteles.

El año 1945, final de la Segunda Guerra Mundial, abre una nueva etapa para Fontseré: la de escenógrafo y figurinista de obras tan significativas como La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, Nuestra Natacha de Alejandro Casona y Peribáñez de Lope de Vega.

El éxito alcanzado en estos territorios le lleva a embarcarse en una gran aventura: la creación en 1948, junto al músico Roberto Vicente y con Mario Moreno (Cantinflas) como productor, de un grandioso espectáculo, la revista “Bonjour México!” que, creada en París, se representará, como su título sugiere, en México.

La riqueza del vestuario y el despliegue de medios en unos escenarios excepcionales por su suntuosidad y belleza, conseguirán emocionar al público mexicano.

La década de 1950 significa un nuevo cambio en su discurrir vital y profesional. Conoce a Terry Broch en Nueva York; tras diversas vicisitudes se casa con ella en París y se instala, finalmente, en la ciudad de los rascacielos, donde permanecerá hasta 1973, momento en que ambos se establecen en España.

En un mundo donde es un completo desconocido sale adelante, nuevamente, gracias a su destreza como dibujante de cómics y como ilustrador de publicidad. Allí fue director de arte de una revista de temática hispana, escenógrafo y diseñador de vestuario y decorados. En ese periodo conoció a Salvador Dalí, con quien colaboró en la creación de su Happening en el Philarmonic Hall del Lincoln Center.

Fue en Nueva York donde, también, inició una brillante carrera como fotógrafo, a la que se entregó con pasión. Para él la fotografía era una forma de compromiso y la practicó siempre como documento social.

En 1973, como ya he comentado, regresó a Cataluña y se instaló en Porqueres, un pueblecito cercano al lago de Banyoles. A partir de ese momento, expuso parte de su inmensa producción fotográfica, dibujó, diseñó carteles culturales, pintó pero, sobre todo, se dedicó a escribir. Primero, lo hizo para diarios y revistas como La Vanguardia, Avui, Serra d’Or y la Revista de Girona. Luego elaboró textos para catálogos de exposiciones y, desde entonces y hasta su muerte, escribió sus memorias, con un enorme rigor. Su casa estaba llena de libros, recortes de periódicos y revistas y todo documento que le permitiera cotejar sus recuerdos con lo que sucedió pues siempre trató de ser lo más objetivo posible.

Una pequeña parte de su obra fotográfica se expuso pocos días antes de su muerte en el Espacio Cultural de Caja Madrid, en Barcelona. Como testimonio de aquella muestra nos ha quedado el estupendo catálogo Nueva York 1626-1990. Un relato gráfico de Carles Fontseré.

Fontseré fue dibujante, cartelista, ilustrador, diseñador, escenógrafo, figurinista, pintor y un gran escritor pero para mi fue, sobre todo, un ser humano excepcional.

Entre sus textos -todos ellos estupendos tanto desde el punto de vista literario como de contenidos-, Fontseré nos dejó los siguientes:

Memories de un cartelliste català (1994).

- Un exiliat de tercera (1999). La traducción al castellano (Un exiliado de tercera), es de 2004.

- Paris, Mèxic i Nova York (2004).

No quiero cerrar esta entrada sin enviarle un abrazo a Terry, su amiga y compañera. Fueron inseparables y aún me acuerdo de una conferencia en el Colegio Universitario de Segovia, a la que los invité, cuando Carles, siempre travieso a sus más de ochenta años, decía alguna que otra cosa inconveniente y ella le reñía suavemente, por desviarse del tema, con un “Carles, ¡qué cosas dices!”. Cuídate mucho, Terry. 

Si queréis ampliar información sobre él, además de sus libros, podéis consultar: 

http://torroella.cup.cat/index.php?option=com_content&task=view&id=18&Itemid=39

http://www.espacioalternativo.org/node/1866

Marina Deulofeu

Tipografía experimental realizada en la asignatura de Introducción al Proyecto Final del profesor Rober Pallas (Elisava).

Chile, the other 11th. Cartel cuyo objetivo era comparar el 11 de Septiembre de 1973 con el reciente 11 de septiembre. Trabajo realizado para las clases del profesor François Caspar (TaiK - University of Arts and Design Helsinki). 


Catálogo para el Museo Etnológico de Barcelona, sobre "El Arte del África Negra". Trabajo realizado en la asignatura de la profesora Marina Vilageliu (Elisava). 

Menú para el restaurante L'Ombú de Barcelona.

Todavía no ha cumplido los 23 años pero Marina Deulofeu destaca por su sensatez, la claridad de sus ideas y la madurez de su proceso de trabajo. Hace apenas unos meses que finalizó sus estudios en Elisava y ahora se encuentra en Gales, trabajando en prácticas para Mark Kendrick, del estudio de animación Frozen Moon Productions Ltd. y buscando empleo para cuando finalice la beca Leonardo que la ha conducido hasta allí. 

Mientras estudiaba, hizo prácticas, también, en el estudio de Ramon Úbeda y Pepa Reverter, en el de Enric Jardí y en Gráfica. Una trayectoria que no está nada mal para empezar.

Marina ha trabajado, además, como voluntaria en un grupo de ayuda a la integración de inmigrantes. Es, por tanto, un ejemplo de persona comprometida con el mundo en el que vive.

Inquieta y con muchísimas ganas de aprender, me cuenta que, como otros jóvenes, se matriculó en Diseño sin saber muy bien donde se metía y aconsejada por un profesor de bachillerato. Creo que habría que decirle a ese profesor que acertó de pleno y yo, particularmente, se lo agradezco porque ha sido una estudiante excelente. 

Y como acabo de hacerle una entrevista para este blog y aquí os dejo con sus respuestas:

¿Cuáles son los retos para una joven diseñadora como tú? 

Ahora mismo, mis retos son conseguir trabajar como diseñadora, si es posible en un estudio al que lleguen trabajos interesantes, y seguir aprendiendo ya que me he dado cuenta de que esto es solo el principio y queda muchísimo por aprender.

¿Qué es para ti el diseño?

Para mi el diseño es una herramienta para llegar a conseguir lo que uno se proponga, y un diseñador es quien tiene la capacidad y habilidad de observar y entender su entorno y  buscar una buena solución para mejorarlo.

Estudiar diseño me ha hecho, por un lado, cuestionar todo cuanto está a mi alrededor, no sólo visualmente sino también la forma en que interactuamos con él; y además ha hecho crecer en mí las ganas de tener más conocimientos y habilidades en otros campos relacionados con el diseño como la fotografía, el cine, el motion graphics…, para así poder aportar algo a este mundo visual en el que estamos viviendo.

¿Qué diseñadores te interesan y a quiénes admiras?

Si te soy sincera, no he sido nunca una persona de nombres, mi memoria es mas bien fotográfica, así que retengo muchas imágenes pero pocos nombres. Pero si tengo algunos en la cabeza es porque realmente me han chocado y me han hecho pensar, que es cuando realmente creo que el diseño llega a su cumbre.

Las imágenes impactantes de Tibor Kalman, los carteles reivindicativos de Barbara Kruger y los videoclips de Chris Cunningham. Admiro mucho el trabajo de Michelle Gondry, por su creatividad y sorprendentes resultados con los mínimos recursos.  Me interesan todos aquellos diseñadores, artistas, músicos, cineastas, fotógrafos que se entregan en sus trabajos, creando proyectos interesantes y con sentido.

Prácticamente acabas de dejar la Escuela, ¿echas de menos algo de la vida de estudiante?

Echo de menos el ambiente que se crea entre los compañeros, que es dónde más aprendes. También echo de menos tener tiempo para poder pensar en los proyectos y dedicarles el cuidado que se merecen.

¿Qué te ha aportado tu paso por la Escuela? ¿Qué has aprendido y qué te hubiera gustado aprender?

Ahora me doy cuenta de que he salido con una buena base porque me veo capaz de enfrentarme a muchos tipos de proyectos diferentes con los mínimos medios, y también valoro mucho la parte conceptual que me ha aportado la Escuela. Antes de empezar, pensar y repensar para darle a todo siempre un sentido y coherencia.

Pero, por otro lado, me he quedado con ganas de conocer la parte más tradicional del diseño, cómo es una imprenta, cómo es hacer serigrafía. En fin, me gustaría volver a las raíces y poder experimentar con ellas.

Actualmente estás en Inglaterra, con una beca y haciendo prácticas en un estudio de animación, ¿puedes hablarnos de tu experiencia?

Pocos días antes de entregar el proyecto final tuve la suerte de recibir la llamada esperada, me tocó la beca Leonardo para ir a trabajar al extranjero. Yo escogí Inglaterra para poder aprovechar la experiencia y mejorar el inglés. La empresa dónde me han enviado es un pequeño estudio en Gales de un chico freelancer que hace animaciones y vídeos para empresas y televisiones locales. Estoy ganando experiencia en programas de vídeo, animación, creando personajes, animándolos e ingeniándomelas para echar adelante los proyectos con los mínimos recursos.

Tu proyecto final de estudios tuvo un marcado carácter social, ¿crees que el diseño puede cambiar el mundo?

Yo diría, más bien, que el mundo lo podemos cambiar entre todos y que el diseño tiene su papel.

El diseño tiene la gran ventaja que puede hacer llegar una idea a cientos y miles de personas, puede solucionar problemas a gran escala, por eso sí que considero el diseño una herramienta social, que si la utilizáramos con este propósito iría cambiando poco a poco el mundo.

Bueno, pues aquí os dejo con su web: www.marinadeulofeu.com