









Diversos carteles, 1999-2008.
Eric es un diseñador difícil de clasificar pues hoy actúa con los recursos de un viejo cartelista y mañana se aplica en su tarea de “alquimista cibernético”, como lo ha denominado Joan Costa.
A veces diseñador gráfico, a veces artista, a veces instalador, performer o cartelista; imposible de clasificar por multiforme y ubicuo, si algo se puede decir de Eric es que es un hombre multidisciplinar y, en ese sentido, muy de su tiempo. Ya lo era en su época de estudiante cuando, todavía en México y comenzando a caminar por los territorios de la creación, formó parte del grupo INS-ART (siglas de Inseminación Artificial / arte acciones) y se inició en la ocupación de mezclar arte y diseño.
Inquieto, curioso, en todo momento quería saber cómo respondía la gente ante sus propuestas: “Como grafista siempre tenía que esperar a ver alguna reacción con mis carteles (por ejemplo: si lo pintarrajeaban, o lo arrancaban de la pared, o se lo robaban y lo tenían de decoración en su casa) para saber si había servido de algo o si había habido una reacción por parte del público que estaba viendo ese planteamiento”, ha comentado en una entrevista. Pero, impaciente como un niño, no le gusta esperar. De ahí sus incursiones en el mundo de la performance, un medio que permite conocer la reacción del público de manera directa e inmediata.
Perdido así el miedo a traspasar los límites entre el estatismo del papel y la vivísima actividad de la performance, Olivares decidió dar un paso más y entrar en el año 1994 en los mundos multimedia, a través del Centro Multimedia de México, una consecuencia evidente de su modo de entender arte y diseño: “Inicialmente, aplico proyectos de investigación a proyectos artísticos y, luego, busco de qué manera vincularlos al diseño o teniendo una utilidad didáctica o social, depende de cómo se quiera plantear”, dice Eric.
Sin ningún tipo de atadura creativa y con un pie dentro de la tecnología más avanzada pero, al mismo tiempo, con otro en las herramientas más sencillas y tradicionales, Eric habla perfectamente tanto el lenguaje del cartel como el de la instalación electrónico-digital más sofisticada.
Amante, observador y practicante, de disciplinas diversas, atraviesa constantemente sus fronteras pero, además, cruza con entusiasmo –aunque con el debido respeto- las líneas invisibles -aunque evidentes- que existen entre las distintas culturas. De este modo y sin dejar jamás a un lado su origen mexicano, ha sabido empaparse perfectamente de los diferentes imaginarios de aquellos lugares por los que ha pasado a lo largo de su vida. Asentado actualmente en Barcelona, su trabajo refleja esa capacidad de asimilación porque, en su opinión: “Hay que generar nuevos códigos y adaptarse al entorno, ser versátil y proponer planteamientos de análisis comunicativo, estructural, conceptual y formal sofisticados ya que como se plantean las directrices del diseño actual así lo exige. Formalmente suelo combinar mis códigos culturales a nivel cromático con los códigos que adopto en el lugar donde estoy”. Y es que para él, el diseño es ahora más que nunca una experiencia “glocal”.