Premios Gràffica
Me gustaría expresar mi agradecimiento más sincero a los miembros del jurado que me ha otorgado este premio y a todas aquellas personas que, a lo largo de estos años, han confiado y confían en mí. Este galardón es, también, para vosotros porque, como a menudo digo, debo lo que soy a quienes esperáis algo de mí pues me obligáis a esforzarme, a no tirar la toalla en los momentos difíciles (que los hay) y a continuar en una tarea bastante solitaria –la del historiador y profesor-, y que no siempre goza de proyección social.
He de decir, asimismo, que estoy doblemente agradecida. Por un lado porque es un reconocimiento a mi trayectoria profesional pero, por otro y sobre todo, porque es un reconocimiento a todos aquellos que trabajamos en el diseño desde otros ángulos: la investigación, la docencia y la divulgación. También nosotros somos profesionales del diseño y contribuimos tanto como los propios diseñadores a que esta profesión y disciplina mejore, crezca y tenga un papel significativo en la sociedad.
Este galardón me hace pensar, además, que, tal vez, estamos en un momento en que la vieja brecha entre la investigación y la práctica del diseño empieza a cerrarse en España y que ya se puede aplicar aquella frase de Kurt Lewin que tanto me gusta citar en mis clases y que dice: “No hay nada más práctico que una buena teoría”.
El equipo de Gràffica me ha pedido que hable brevemente de mi trabajo. La verdad es que hago tantas cosas que no sé realmente por dónde empezar.
Comenzaré diciendo que lo que más me gusta en esta vida, incluso más que las librerías y el chocolate, es aprender porque, como dicen los psicólogos: aprender es comprender. Quizá por eso he dedicado (y dedico) la mayor parte de mi tiempo estudiar y, posiblemente también por eso, soy profesora pues para enseñar hay que aprender: de los libros, de lo que dicen otros colegas profesionales, de los alumnos, de los amigos, de la gente y de la vida en general. Como decía Cicerón: “Si quieres aprender, enseña”.
No me preguntéis por qué –yo también me lo pregunto todos los días y aún no he encontrado respuesta- pero me apasiona el diseño. Supongo que responde a que siento una enorme curiosidad por cuanto me rodea y, ¿qué terreno hay más fértil y desafiante que el diseño? Está en todas partes y se encuentra en un punto de intersección entre diferentes esferas. Le incumbe la estética y la utilidad, los artefactos materiales, los deseos humanos y los asuntos políticos, económicos e ideológicos. Comprende lo público y lo privado y sirve a los objetivos más idealistas y utópicos pero también a los impulsos más negativos y destructivos de los seres humanos. En él se dan tensiones entre ideología y práctica, espíritu y materia, cultura y comercio, producción y consumo, utilidad y carácter simbólico, tradición e innovación, lo real y lo ideal.
El diseño funciona como una lente que permite a los observadores percibir mejor las paradojas más notables de la sociedad y la cultura modernas. Los productos cotidianos, las ideas que los conforman y los significados que transmiten, constituyen un material rico y una base esencial para comprender el mundo en que vivimos.
Para alguien curioso, como yo, el diseño es, desde luego, una fuente inagotable ¿Qué campo, pues, mejor que éste para alguien empeñado en aprender para comprender? ¿qué mejor lugar para quien estudió historia primero, diseño después y ejerció durante un breve tiempo como diseñadora? Está claro; no podía ser otro: la historia del diseño.
Soy historiadora del diseño y lo proclamo como reivindicación: el diseño tiene una historia. Su propia historia, aunque en ella converjan otras muchas historias. La historia del diseño es una rama más de la historia en general que tiene conexiones con otras disciplinas como la antropología, los estudios de la cultura material, la arqueología industrial o la sociología.
Su objeto de estudio –el diseño- no es único ni homogéneo y evoluciona constantemente. Así, en los últimos veinte años, se ha desplazado desde una concentración exclusiva en los objetos, entornos y comunicaciones hacia los procesos, servicios, estructuras y sistemas así como la creación y promoción de ideas.
¿Cómo trabajo? La verdad es que los historiadores del diseño no somos muy distintos de otros historiadores. Trabajamos mirando hacia otras disciplinas tales como la sociología, la antropología, la lingüística, la historia del arte, la de la tecnología y la económica, entre otras. En las últimas dos décadas, además, hemos manejado el bagaje teórico del marxismo, el feminismo, el psicoanálisis y la semiótica.
Llevamos a cabo investigación empírica, lo que significa una observación y una experiencia directa de primera mano. Así, estudiamos los artefactos diseñados, los materiales de qué están hechos y los dibujos, planos, modelos o prototipos existentes en colecciones particulares, museos, empresas, etc. Buceamos en archivos públicos y privados para encontrar documentos e imágenes y, de esta manera, conseguir información relevante sobre aspectos de la producción, distribución, marketing, política del diseño y consumo. Recurrimos a la historia oral para completar la información escrita o como fuente de primera mano cuando ésta no existe porque, también, estudiamos los procesos de trabajo y las ideas de los diseñadores sobre el diseño.
Asimismo, categorizamos, clasificamos, estudiamos tipologías, comparamos, interpretamos y evaluamos los diseños, desarrollamos teorías y métodos que son específicos de la historia del diseño, aunque también tomamos prestados algunos de los que proceden de otros campos del saber. Hacemos inventarios y catalogamos, como el resto de la comunidad de historiadores y, como ellos, publicamos artículos y libros para difundir nuestros hallazgos. Asimismo, comisariamos exposiciones e impartimos clases o trabajamos en museos y archivos. En España somos pocos, poquísimos, todo hay que decirlo.
Por lo que se refiere a mis investigaciones en particular, me dedico a temas contemporáneos y en especial en la historia de las ideas del diseño y de los diseñadores. Se diría, por tanto, que mis intereses se encuentran en el estudio del discurso del diseño y que me ocupo de los distintos argumentos que se desarrollan en la “bibliografía del diseño”. Es un ámbito que se relaciona con la teoría de la literatura, la filosofía y el arte. En mi opinión, es un campo apasionante porque considero que puede proporcionar el marco para el discurso contemporáneo. Este enfoque responde en gran medida a que siempre me he movido entre diseñadores y sé que, a menudo, hablan de su práctica sin un conocimiento de cómo sus preocupaciones forman parte de una tradición histórica más amplia.
Mi objeto de estudio es, por tanto, el discurso del diseño a través de los diseñadores, sus instituciones y su "literatura". Pero, también, me interesa la vertiente política y los aspectos relacionados con el papel social y cultural del diseño.
Como ya he comentado, los historiadores escribimos libros y artículos para difundir el conocimiento. Esa es, también, otra de mis facetas: la divulgación. En 1995 comencé redactando el boletín de la AEPD. Un año más tarde, me convertí en redactora de Visual, revista de la que fui directora entre los años 2000 y 2004. Además he colaborado con numerosas publicaciones que no voy a mencionar porque sería largo y pesado. Lo cierto es que no he parado de escribir, entre otras razones porque creo que, como afirmaba el diseñador gráfico estadounidense Stuart McKee en un artículo publicado en Emigre en 1995, la escritura es sinónimo de documentación y las comunidades que carecen de escritores o publicaciones corren el riesgo de invisibilidad cultural. La identidad de una comunidad depende de su estatus como una auténtica profesión, una posición que es difícil defender sin la evidencia de un cuerpo colectivo de bibliografía.
Bien, además de todo esto, he organizado y dirigido cursos, seminarios, conferencias, etc…, pero de lo que quizá más orgullosa me siento es de los cuatro congresos internacionales de tipografía que venimos organizando un grupo de personas dentro de la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana, desde 2004. Ahora ya estamos preparando el V, que tendrá lugar en junio de 2012. Dejando a un lado el que se han convertido en una referencia en materia tipográfica no sólo en España sino en Latinoamérica, lo mejor de estos congresos ha sido el haber compartido la dirección con quien fue uno de mis mejores amigos, Paco Bascuñán y ahora con Kike Corretjer pero, también y sobre todo, el esfuerzo y el entusiasmo de todas las personas que han integrado e integran el equipo organizador así como los colaboradores. Todos trabajamos de manera voluntaria y gratuita por algo en lo que creemos y es una manera de demostrar que no sólo es el dinero lo que mueve el mundo.
El equipo de Gràffica me ha pedido, también, que cuente qué es lo que hago al cabo del día. Pues la verdad es que no tengo dos días iguales, aunque lo que sí es común a todos es que me voy tarde o muy tarde a dormir, me levanto temprano o muy temprano y… trabajo muchas horas.
Para finalizar, me gustaría mencionar mi proyecto más reciente: Monográfica, una publicación online cuyo objetivo es compartir conocimiento. En una sociedad globalizada y postindustrial, los diseñadores se enfrentan a nuevos retos y reflexionan sobre cuál es la naturaleza del Diseño y cuál es su papel en el mundo contemporáneo. Hoy, en un momento en el que se están ampliando sus competencias, ya no solo se preocupan de los aspectos funcionales sino también de las relaciones físicas, psicológicas, sociales y culturales entre los productos y las personas. Monográfica quiere reflejar estas nuevas situaciones y responder a los nuevos planteamientos del mundo del diseño, que exigen atravesar los límites disciplinares y ensanchar las maneras de pensar sobre los problemas.
Portada del número 1 de Monográfica, diseñada por Serse Rodríguez.
Monográfica es un proyecto compartido con Javi Sastre y en el que colaboran habitualmente Clara Ayxandri, Andreu Balius, Iván Bravo, Adrià Carro, Roger González, Lorena Martí, Vincent Moustache y Albert Trulls, además de otros diseñadores y amigos como Serse Rodríguez, Eloi Gimeno y Juan Gamero. Aprovecho para anunciaros que el próximo número se dedicará al activismo en diseño y que la portada nos la ha diseñado Sergio Jiménez.
Muchas gracias a todos por vuestro apoyo. Gracias nuevamente al jurado por su reconocimiento y al equipo de Gràffica por haber organizado estos premios y hacerlo tan bien. Por mi parte, prometo seguir trabajando con todo el entusiasmo del que soy capaz y mucho más.